El pasado mes de agosto, cerca de sesenta jóvenes con enfermedad celiaca (EC) procedentes de países de toda Europa, tuvimos la oportunidad de reunirnos en Lisboa (Portugal) con motivo de la realización del campamento veraniego de CYE (Coelic Youth of Europe). Para poner en contexto, estas convivencias son realizadas generalmente cada verano en un país distinto y están organizadas gracias a la labor conjunta de las asociaciones nacionales, así como de los y las voluntarias y colaboradoras del país, junto con CYE.

La duración del campamento fue de una semana, en la que pudimos disfrutar de una gran variedad de actividades que hicieron que los días se pasaran volando. Desde visitas al patrimonio cultural de Lisboa y alrededores, hasta actividades lúdicas de distinta índole. Vamos… ¡que no paramos!

Entre las actividades a resaltar, destacaría la jornada en la playa de Carcavelos, en la que se dio la oportunidad de participar en clases de surf, todo esto acompañado de un picnic sobre la arena. Además, pudimos degustar las tradicionales bolinhas de Berlim, un dulce típico de las playas portuguesas, ¡Estaba delicioso!

También visitamos Quinta da Regaleira, cuna de la arquitectura románica, en Sintra, a poco más de media hora en tren. Los días que permanecimos en la capital lusa, tampoco nos quedamos quietos: nos ‘pateamos’ los principales atractivos turísticos de la ciudad, hicimos una escapada el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, realizamos un viaje en barco sobre las aguas del río Tajo… y por qué no, también disfrutamos algunas noches de la fiesta lisboeta.

Ni que decir tiene que la comida sin gluten fue el eje fundamental de la semana, superando con creces todas las expectativas. Fue una maravilla poder estar toda una semana viajando por el extranjero con absoluta tranquilidad sobre el tema; más aún con toda la variedad, abundancia y calidad que tuvimos. 

Los desayunos fueron, personalmente, mi comida favorita del día. Lejos de la monotonía, cada día había un gran surtido rotativo de tortitas, bizcochos, sándwiches, hojaldres… todo recién hecho. Además, podíamos disfrutarlos cada mañana desde la azotea del establecimiento donde nos alojábamos, lo que fue un puntazo. El resto de comidas también estuvieron muy bien, destacando la variedad de platos. Asimismo, siempre podías repetir. Por poner un ejemplo, una noche cenamos una lasaña de bacalao deliciosa, siendo el bacalao un plato muy típico en Portugal.

Respecto al idioma, en el campamento nos comunicábamos generalmente en inglés, que, si bien, en un principio podría parecer un impedimento para entablar largas conversaciones, no supuso problema alguno, ya que todo el mundo venía con una base en el mismo. Además, durante la semana ibas aprendiendo también palabras y expresiones en otros idiomas, lo que resultó bastante gratificante e inmersivo.

También, he de confesar que la experiencia en Lisboa me sirvió para conocer a gente maravillosa de la que me llevo muy buenos recuerdos y anécdotas. Sin ellas, este Summer Camp no hubiese sido igual.

Por último, agradecer a todo el equipo de CYE, la Associação Portuguesa de Celíacos (APC), voluntarios y voluntarias, colaboradores, patrocinadores y a todos y cada uno de los y las asistentes que han hecho de esta semana una experiencia tan enriquecedora e inolvidable. Sin todos ellos nada de esto hubiese sido posible. Y al lector o lectora, desde aquí le animo a no pensárselo dos veces e inscribirse para la siguiente edición, ¡No os arrepentiréis!

 

Daniel Guiral Moneva