Al volver a la rutina y romper la burbuja idílica que envuelve al verano nos damos cuenta de que éste está lleno de momentos únicos e irrepetibles. Al comienzo del verano todos tenemos ciertas expectativas; expectativas por cumplir, expectativas para todos los gustos, expectativas de todos los sabores. ¡Expectativas sin gluten! En nuestro caso, éstas se cumplieron en las convivencias de FACE Joven celebradas en Murcia entre los días 7 y 11 de agosto. Es difícil expresar con palabras lo bien que nos lo pasamos y hablar de la gente tan maravillosa que conocimos.

            Todo comenzó hace algunos meses cuando se anunció en las redes sociales (Facebook, Twitter y la página web de FACE Joven) el lugar y las fechas en las que se iban a celebrar los campamentos de este año. Nada más saberlo, nos dispusimos a organizar el calendario de verano para poder asistir. A partir de ahí, todo pasó muy deprisa y… para cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos con nuestras maletas en el Hotel Legazpi de Murcia llenas de nervios, ganas de aventuras y deseando conocer a nuestros hermanos y hermanas celíacos.

            En un principio nos sentimos algo descolocadas porque éramos las menores, además era el primer año que asistíamos y prácticamente no conocíamos a nadie. A pesar de todo, enseguida fuimos conociendo al grupo y rápidamente nos dimos cuenta de que en este tipo de campamentos la edad y lo de ser novatas no importa; lo importante es el espíritu joven y las ganas de pasarlo bien junto con el resto de participantes.

Vox Populi

            El primer día, tras acomodarnos y hacer unas breves presentaciones, nos pusimos a caminar para conocer el centro de la calurosa Murcia de la mano de Vanessa, delegada FACE Joven de allí y una de las organizadoras de las convivencias. Después del paseo, cenamos una amplia variedad de deliciosas tapas sin gluten en el “Vox Populi”. Debido a que al día siguiente nos tocaba madrugar esa noche nos retiramos temprano.

            El sábado viajamos a Cartagena para visitar el Ascensor Panorámico, donde algunos sudaron más que otros a causa del vértigo; el Castillo de la Concepción, curioso y lleno de historia; y el Museo del Teatro Romano, donde un estupendo guía dirigió al grupo a lo largo de una amena visita. Después de un vermú, llenamos nuestras barrigas con unas cocas y unos bocatas de la panadería José María García, dimos un paseo y nos dirigimos a nuestro siguiente alojamiento: el Albergue Juvenil de San Pedro de Pinatar. Al llegar nos dimos un merecido baño repleto de algas en la playa del Mojón y salimos a disfrutar de la noche por Lopagán.

 

            Y el domingo… ¡Al agua patos! Ese día tuvimos la estupenda oportunidad de disfrutar de una maravillosa mañana en el Mar Menor realizando algunas actividades acuáticas, tales como paddle surf, kayak y vela. Cuantas más actividades hacíamos, mejor conocíamos a nuestros compañeros; llegó un punto en el que la confianza hizo que los considerásemos nuestros amigos, y ésto es una de las mejores cosas de las convivencias: la gente. Esa tarde visitamos el Cabo de Palos y nos dispusimos hacer un picnic en la playa retando a la lluvia, finalmente volvimos al albergue agotados.

 

            El penúltimo día, en nuestra opinión, fue el mejor. Esto se debió a que como grupo ya estábamos en armonía y a que el día rebosó buen rollo.  Por la mañana cogimos un ferry para después montarnos en un catamarán. Primeramente fuimos a alta mar y allí fondeamos durante una hora bien aprovechada: nos dimos un baño de lujo. Después comimos unos bocatas variados patrocinados por Ecodiet y pasamos un buen rato en un ambiente de fiesta, lleno de risas, bailando al son de la típica música del verano. Todos estábamos tan animados que al bajarnos del catamarán seguimos de fiesta hasta la hora de la cena. Por la noche, algunos volvimos a Lopagán para disfrutar de un “terraceo” tranquilo y lluvioso mientras que otros seguían con ganas de fiesta. A la mañana siguiente, se sorteó una cesta completísima de Ecodiet y… ¡Yujuuu! Nos tocó a nosotras.

 

 

            La despedida fue triste, ya que los cinco días se nos pasaron volando y al ser todos de diversas comunidades autónomas es difícil vernos. Esos días, que fueron posibles gracias al trabajo de Susana, Vanessa, Juanky, María y muchos más, estuvieron llenos de diversión, experiencias, delicias sin gluten, amistades, anécdotas (algunas para compartir y otras para disfrutar)… Por todo ello, estamos impacientes por reencontrarnos con nuestros compañeros, ya sea en las siguientes jornadas o convivencias. En definitiva, ¡A partir de ahora no pensamos perdernos ni una de FACE Joven! Porque nosotras tenemos claro cuál es la mejor receta para unas vacaciones sin gluten: asistir a las convivencias de FACE Joven. ¿Y tú, te vas a perder la siguiente?

 

Ana y María Prats